miércoles, 3 de septiembre de 2014

La vida en stand by

Se sienta en el sofá. Coge el mando, apunta y pulsa uno de los números del mando a distancia sin prestar demasiada atención.

Mira la televisión con la mirada perdida, posiblemente sin percatarse de que en el canal que ha escogido están emitiendo un programa de cotilleos y males ajenos.
Agita la cabeza y sale de su mundo en el que estaba encerrado. Se levanta y camina a la cocina, dejando la televisión encendida. Abre una alacena superior, la situada más a la derecha. Saca unos chorizos caseros. Busca en un cajón de gran tamaño una sartén. La saca. Se dirige a la nevera y coge un vino blanco de cartón. Coloca la tabla de madera sobre la mesa, coge un cuchillo y coloca el un chorizo sobre la tabla. Hace unos pequeños agujeros en los chorizos. Coloca la sartén sobre el hornillo, hecha un poco de aceite y espera hasta que la temperatura sea más o menos la adecuada para introducir el chorizo sobre la sartén. Abrió otra puerta y sacó una barra de pan que cortó en un tamaño similar al chorizo sobre la tabla. Agarró el cartón de vino y echó un poco sobre el chorizo.
Recogió la cocina. Se dirigió al salón donde la televisión lo estaba esperando. Antes de sentarse cogió un libro que estaba leyendo.  Leyó la misma frase cuatro veces. Se golpeó la cara. Dejó escapar un gemido de desespero por su boca ¡Ah! Se frotó la cara.
Fue a su habitación. Cogió el portátil, lo encendió. Buscó en el navegador la página donde siempre ve las series, pero hoy estaba caída. Buscó otra. No quería ver nada, pero tampoco quería sentirse un hongo. ¡Qué frustrante! ¡¡¡Ah!!!
Se levantó y se vistió de forma decente. Se estaba calzando cuando noto un peso enorme que le impedía salir a la calle. Vestido, ahora, se dirige al sofá.  Se tumba. Pone unos monólogos que ya había visto unas cien veces. Se ríe antes de que cuenten el chiste.
-       ¡Qué bueno! - dice mientras se ríe.
Cierra los ojos por momentos. Parpadea. Nota como su corazón bombea demasiado deprisa para la actividad que hace. Lo estresa.
Se levanta. Se dirige a la ventana. La abre. Intenta respirar aunque nota que el aire no es nada fresco. La ansiedad aumenta. Corre a la puerta, la abre y se percata de que no tiene las llaves. Corre. Corre tanto como puede a su habitación. La puerta continúa abierta. Rebusca entre el desorden
-       ¿!Dónde están las putas llaves!? – grita.
Va a la cocina. Busca. Se apresura a ir al salón. Tampoco están las dichosas llaves.
-       Joder – vuelve a la habitación.
Las ve encima de la cama donde antes había buscado. Respira demasiado fuerte. Caminar le empieza a costar. Comienza a bajar las escaleras. Llega al final. Se marea y comienza a andar pegado a la pared. Abre la puerta y balbucea.
-       Ayu…

Cae desplomado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario