Y ahí está ella, la que podría cambiar el rumbo de la historia. La que podría hacer de mí algo grande. La que podría crear una historia que ni el más grande de los romances tendría comparación. Sería, pues, el principio y el final de todo.
Es ella. Se levanta. Camina. Mientras el tiempo deja de pertenecer a las cuatro dimensiones. Es espacio da forma a su cuerpo inmóvil. Forma un agujero negro donde no es la luz ni la materia los que son engullidos, sino mi atención y mis sentimientos. Es todo suyo.
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