miércoles, 12 de abril de 2017

Disparo al aire

Disparo al aire del grito que tantos años llevaba guardando. Se había dado cuenta ahora de que se los había llevado, y no sólo con esa persona que casi había borrado  de sus pensamientos, sino que había logrado llevárselos para siempre. Se los había llevado en todos los aspectos. No conocía el afecto y, a penas, conocía de la existencia por parte de aquellos que también eran parte de él. ¿Cómo era posible que alguien no entendiese que le habían robado una vida? Su vida entera y que ahora nada le queda. ¡Devuélvemela! Susurró.

Llevado para siempre al olvido. Lo habían obligado a convertirse en parte del Mito de la Caverna y así vivía, desconociendo lo que hacían las personas que eran su vida. El hecho de habérselos llevado tantos años atrás lo había convertido en un extraño. Así es que hoy, solo era un envase vacío de vida.

El temblor en las manos a penas le permitía coger la silla para sentarse. El mismo temblor que no lo permitía sostener en la otra mano aquellos dos tubos alargados que acababan en un brillante trozo de madera.

Al llegar a la ventana, colocó la silla perfectamente paralela a la ventana. Resopló. Se sentó. Cabizbajo agarrando con las dos manos los fríos tubos, dejó que las lágrimas cayesen silenciosas hasta llegar al suelo. Levantó la vista. Miró por la ventana y vio al futuro como si fuese una condena. Tragó saliva.

Fijó la vista por un momento en unos pájaros que alzaban el vuelo desde uno de los postes de la luz hacia el cielo. Imaginó el momento. El momento de volar más allá de los límites de lo real. Siempre había creído que la inmortalidad la daba el recuerdo que dejas en los demás y que tu verdadera muerte sucede en cuanto todos te olvidaban. Quizás para él la inmortalidad se había acabado.
Apoyó la mandíbula sobre los cañones de la escopeta cuya empuñadura de madera se posaba sobre el suelo de madera. Vio los pájaros más lejos mientras notaba el frío cañón.


Disparo, esta vez no al aire.


Inspiración: